viernes, 31 de marzo de 2017

Colaboraciones. DANIEL LEBRATO



En vísperas de Semana Santa, colegios y guarderías disfrazan a las criaturas. A los críos, de monaguillo o de costalero, incluso a alguno, de nazareno; y a las crías, de mantilla. Y así vestidos los ponen a desfilar, o se los llevan a la iglesia o a la parroquia, donde está ya montado algún paso y donde les espera el cura.
Vayamos por partes:
  1. Semana Santa no es carnaval.
    Una y otra tienen un señorío distinto y un kitsch diferente.
  2. Los menores no deben usarse como proyección de los mayores.
    Si de algo los disfrazamos, que sea un disfraz ajustado a su edad.
  3. La mantilla está llena de malicia.
    Por eso algún reverendo quiere poner límites a escotes y canales de picardía.
  4. El costal en la cabeza está llamado al secreto bajo los pasos.
    Que el orgullo costalero exhiba el costal, no borra que no es prenda de lucimiento sino de esfuerzo callado.
  5. El único disfraz sería vestir a niños y niñas de monaguillo.
    El resto es pederastia.

Eche un vistazo al Reportaje fotográfico.

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