miércoles, 18 de febrero de 2009

Mi reino SÍ es de esta tierra

Los españoles hemos aportado en 2008 la bonita cantidad de 241 millones de euros a la Conferencia Episcopal española. Unos de buen grado, otros por la fuerza.
La cantidad sustraida a la Hacienda pública en 2007 fue de 173,8 millones de euros y en 2006 de 144,9 millones. Esto supone que el incremento 2007-2008 (46,2 millones de euros) es de un
En los dos últimos años, el gobierno del "anticristiano" Rodríguez Zapatero, ha intensificado su "cruzada laicista", aumentando la cantidad detraída de las arcas del Estado con destino a la Conferencia Episcopal en nada menos que 75 millones de euros. Menos mal que los obispos se dedican a vapulear públicamente al Gobierno del PSOE, que si además lo tuvieran presente en sus oraciones serían capaces de obligarnos por ley a hacerles sacrificios rituales.
Confieso que la extraña relación sadomasoquista que mantiene el Gobierno de España con los purpurados me resulta incomprensible. Mi imaginación qiene que hacer grandes esfuerzos para entender los motivos de este Gobierno para que cuando están en juego nuestras libertades y la democracia de España por un lado y los privilegios del clero católico por otro siempre se incline la balanza a favor del clericalismo y en contra del laicismo.
A estas alturas parece innecesario dejar claro que lo que recibe la iglesia católica no es un donativo desinteresado de sus fieles, no es una cantidad adicional que donen generosamente. No. En España los católicos pueden decidir si dejan de pagar una parte de sus impuestos para destinar esos fondos a lo que la jerarquía católica quiera hacer con ellos. ¿Y cómo se compensa lo que deja de ingresar el Estado? Pues, como usted está pensando: ¡A escote!
Huelga decir que todos los que no sentimos apego por dicha jerarquía no tenemos la posibilidad de elegir. No podemos destinar una parte de nuestros impuestos a la iglesia Pastafariana, o a Amnistía internacional ni a ninguna otra causa. Creo que es más que evidente que esto supone una discriminación clara, contraria a nuestra Constitución.
En estos tiempos de crisis, en los que se anuncian subidas de impuestos y calamidades miles, parece que la Iglesia no va a sufrir penurias, por obra y gracia del Sr. Zapatero y la Sra. de la Vega.

domingo, 8 de febrero de 2009

Ave Cesar, morituri te salutant


En Italia, la agonía de una muchacha, Eluana Englaro, está provocando una grave crisis institucional.
Los políticos de este principio de siglo parecen impelidos a dejar su nombre en los anales de la historia.
El sucesor del imperio romano, Silvio Berlusconi, parece que ha encontrado su camino para la trascendencia enmendando la plana al gran héroe de la unificación italiana, del fundador de la Italia moderna, Giuseppe Garibladi.
Si Garibaldi fue el que impuso el laicismo en Italia por la expeditiva vía de acabar con los estados papales y dar a Dios lo que era de Dios y a los italianos lo que era suyo, un triste sucesor al frente del Estado italiano, Benito Mussolini, volvió a meter al jefe de la iglesia católica en el juego político al crear el pseudoestado vaticano. Los cristianos de buena fe nunca se lo agradecerán bastante, no me cabe duda.
Y ahora, otro primer ministro (algún día aspiro a entender cómo votan los italianos) "Il cavaliere", autor de curiosas reformas legislativas, pone a los pies del papa a la sociedad civil italiana y dicta leyes para que la vida (y la muerte) de los italianos se rija por los dictados del Vaticano.
Si para ello tiene que provocar un coflicto institucional en Italia, enfrentando al Gobierno con el Presidente de la República y metiendo a los jueces de por medio, no parece preocuparle mucho. Así se forjan las leyendas, pensará Don Silvio (con arrimo o sin arrimo). Pues, nada, leña al mono. En Italia se habla de golpe de Estado, a mayor gloria del César.
Y todo ello sin mencionar el sufrimiento gratuito que se está causando a la familia de esa pobre chica que tuvo la desgracia de ser atendida en un hospital atendido por monjas donde se valora el sufrimiento humano como algo positivo, algo que ofrecerle a dios.
¿Qué dios es ese al qué agrada que la gente sufra? No creo que muchos cristianos compartan esa visión de un dios que se felicita al ver sufrir a las personas. Le recuerdo al papa que su reino no es de este mundo, así que no intente convertir al primer ministro italiano en un testaferro del Vaticano.
De todos modos no es mi intención abrir un debate teológico, sino apelar a la sensatez y pedir que el caso sea tratado desde una perspectiva humanista, puesto que de humanos, no de dioses se trata, y se deje morir en paz a Euliana y descansar a su familia.
Y por favor, si sufro un accidente en Italia y me veis muy mal, mejor no llaméis a la ambulancia. Prefiero desangrarme en una cuneta a convertirme en objeto de la inhumana sinrazón de estos políticos traidores a la democracia y con ansias de trascendencia.