"Igualdad de derechos de mujeres y hombres"
-Sí, claro... Vale, de acuerdo... mmm quién lo niega???
Una frase así, de tan repetida y no profundizada, llega a resultar difusa e inoperante si no nos damos buena cuenta de lo que significa.
Y sin embargo, cada día conocemos, entre nuestros propios vecinos, en la prensa, aquí y allá, problemas de la mujer que derivan de su posición no igualitaria en la sociedad.
Y se producen ante nuestros ojos.
Y se producen ante nuestros ojos.
No solo hay que denunciar esos maltratos, pequeñitos o graves, que reciben solo por ser mujer, por la sumisión exigida al hombre. Empiezan en algo previo, mas profundo. Un trato aparentemente cortés puede llegar a resultar humillante para ella: por ejemplo esos detalles de condescendencia del hombre, que denotan que las considera débiles, volubles, caprichosas, etc., o concretamente menos capaces, dignas de protección y de amparo...etc.
Esto puede ser en parte inconsciente en los comportamientos de ellos, a los cuales puede llevarlos a muestras continuas, ya asumidas como normales enn la sociedad, de esa superioridad que a los propios hombres se les exige en principio, y que deben demostrarla, incluso en ámbitos cotidianos .
Esto puede ser en parte inconsciente en los comportamientos de ellos, a los cuales puede llevarlos a muestras continuas, ya asumidas como normales enn la sociedad, de esa superioridad que a los propios hombres se les exige en principio, y que deben demostrarla, incluso en ámbitos cotidianos .
Admitámoslo, solo pensando un poco:
La igualdad de derechos de las mujeres es una exigencia imprescindible y prioritaria
para alcanzar la paz y la felicidad de cada uno de los ciudadanos,
hombres y mujeres, dentro y fuera del hogar.
Todo ello empieza atendiendo a nuestros aprendices de esa ciudadanía que, entre todos, podemos y queremos construir, en la Escuela Pública y Laica es decir, sin adoctrinamiento religioso que tilde de pecado o de males intrínsecos cualquier conducta menos sumisa al hombre.
Recordemos frases tan oídas como estas...
- Has roto el vaso... Ten mas cuidado, ya está bien, Elena.
- Oye, no me regañes, no eres mi padre ni mi educador... Tú también lo...
- Pero bueno... ¡¡encima!! Que te calles y punto.
- Mira, hija mía, ten paciencia con él, hazlo por los niños y no lo denuncies.
- Tu marido necesita descanso, entiende su mal genio, viene de trabajar para ti y tu familia. La condición de madre es así... Tú a la casa, y yo al trabajo. (Doctrina de la iglesia)
- Sí, lo admito, tu curriculo es impresionante, pero en mi empresa no vas a rendir igual que un hombre. En todo caso, no podré pagarte lo mismo que a ellos.
- Tienes pareja? Pues lo siento... no te puedo contratar, puede que quieras tener hijos.
Y así se recorre a veces ese horrible camino que conduce a casos extremos, desde la concepción pariarcal de lo femenino y de lo masculino, como son los maltratos y asesinatos en el ámbito del hogar, una gravísima lacra incluso en democracias como la nuestra.
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Por eso exigimos igualdad de Derechos para las mujeres, y una Escuela
pública y laica, con la religión fuera
del ámbito escolar, como condición necesaria para una sociedad más culta, libre
y justa que supere la alienación de la mujer y anule desde la Escuela los
obstáculos que impiden su desarrollo integral como personas.
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