En vísperas de Semana Santa, colegios y guarderías disfrazan a las criaturas. A los críos, de monaguillo o de costalero, incluso a alguno, de nazareno; y a las crías, de mantilla. Y así vestidos los ponen a desfilar, o se los llevan a la iglesia o a la parroquia, donde está ya montado algún paso y donde les espera el cura.
Vayamos por partes:
- Semana Santa no es carnaval.
Una y otra tienen un señorío distinto y un kitsch diferente. - Los menores no deben usarse como proyección de los mayores.
Si de algo los disfrazamos, que sea un disfraz ajustado a su edad. - La mantilla está llena de malicia.
Por eso algún reverendo quiere poner límites a escotes y canales de picardía. - El costal en la cabeza está llamado al secreto bajo los pasos.
Que el orgullo costalero exhiba el costal, no borra que no es prenda de lucimiento sino de esfuerzo callado. - El único disfraz sería vestir a niños y niñas de monaguillo.
El resto es pederastia.
Eche un vistazo al Reportaje fotográfico.
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